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Channel: Diario del Gourmet de Provincias y del Perro Gastrónomo
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¿QUÉ PASA CON LOS PARADORES?

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Los paradores de turismo van mal. Eso parece, al menos, cuando la entidad anuncia que va a tener que recortar su plantilla en más de 600 personas y que va a tener que cerrar estacionalmente casi la mitad de sus alojamientos. Es cierto que, tras las huelgas de las últimas semanas, el número de despedidos se recorta en un 50%, pero ese no es el tema de este post. Ese recorte de plantilla -ya sea el previsto inicialmente o el que  se hará efectivo- parece demostrar que algo no va bien.

Visto desde fuera no parece fácil de entender. Los Paradores forman parte de una empresa pública que instala sus alojamientos en muchas ocasiones en edificios monumentales, declarados en ocasiones Bien de Interés Cultural. En casos como los de Benavente (Zamora), Baiona (Pontevedra), Santiago de Compostela (A Coruña), León o Ciudad Rodrigo están en alguno de los edificios más destacables de las respectivas ciudades. ¿A quíen no le apetecería alojarse en un castillo del S.XIV, en un antiguo hospital de peregrinos del S.XVI o en un monasterio románico en medio de un bosque de castaños centenarios?.



Paradores cuenta, además, con la garantía de que se trata de establecimientos de gama media-alta gestionados desde un ente estatal, es decir, teóricamente no tan centrados en la rentabilidad y los objetivos como en la promoción turística de las zonas en las que se asientan y, en última instancia, de la marca España.

Y sin embargo, con todo esto, un red de alojamientos monumentales que nace en los años 20 del siglo pasado para promover el turismo en zonas en las que éste no estaba muy desarrollado y, al mismo tiempo, aportar elementos para el desarrollo del tejido económico de esas zonas, para la conservación del patrimonio histórico-artístico y para la disfusión de la cultura local, regional y española no funciona. ¿Qué falla? Desde mi punto de vista fallan varias cosas:

FALTA DE HOMOGENEIDAD:

Cuando uno reserva un parador, sin conocerlo, no sabe qué va a encontrarse. Dejemos al margen los buques insignia de la marca (León y Santiago) y comparemos: por el mismo precio aproximado uno puede reservar alojamiento en un hotel de cuatro estrellas recientemente acondicionado, en un edificio monumental dentro de un entorno natural espectacular (como el parador de Santo Estevo de Ribas de Sil) o hacerlo en un tres estrellas sin renovar (como el de Manzanares) o en un edificio agradable pero básicamente moderno situado en una zona no muy próxima al centro del pueblo (Cambados). Es cierto que hay diferencias de precio, pero no se corresponden con las diferencias de oferta.

Probablemente esto se podría solucionar clasificando los paradores en categorías, tal como hace, por ejemplo, la cadena Meliá con sus marcas Sol-Meliá, Tryp, Meliá, Gran Meliá o ME. O como hace la francesa Accor con su gama de hoteles económicos Ibis, dividos en Ibis, Ibis Style e Ibis Budget. Se trata de no llamar a engaño, de que quien reserva sepa exactamente qué esta reservando. Y eso en Paradores no pasa.

IMAGEN:

Paradores sigue apostando, como en la época en la que Manuel Fraga fue ministro de Turismo con Franco, por ese "estilo español" indefinible, mezcla de elementos pseudo-medievales (las lámparas que imitan antorchas), lámparas y percheros de forja, muebles de estilo castellano, cortinones y tapices que pertenecen ya a otra época. O que tal vez podrían, con una actualización, encajar con el estilo de determinados paradores. Piensa uno en Ciudad Rodrigo o Vilalba, instalados en torreones medievales, y puede ver cómo ese estilo (puesto al día) tiene allí su sitio. Pero en muchos otro no. Y, sobre todo, no con ese aire de cierta dejadez y de necesitar a gritos un lavado de cara de tantos Paradores repartidos por toda España.

Otro tanto ocurre con el uniforme pseudo-regionalista de los camareros de muchas cafeterías. Sinceramente, -y esto es una opinión estrictamente personal-, no tengo muy claro qué sentido tiene en 2013 que en un parador lucense te sirva el café una camarera vestida de algo que recuerda vagamente a un traje regional.

¿Tiene solución? Yo diría que si. Viendo el lavado de cara del que algunas Pousadas (la marca hermana de Paradores en Portugal) fueron objeto de la mano de algunos de los mejores diseñadores, interioristas y arquitectos portugueses me parece que no es una mala opción. Pienso en la rehabilitación que Souto de Moura hizo de la Pousada de Bouro, en la rehabilitación de Óbidos, etc.

CALIDAD DEL SERVICIO:

No puede ser que alguien se aloje en el Hostal dos Reis Católicos, el hotel emblema del grupo, y se queje (tras pagar cerca de 300€ por una noche) de que el colchón está hundido o de que se te clavan los muelles. Y esto lo he oido más de una vez y más de dos. Como tampoco puede ser que si yo reservo en el Parador de Zamora (pongamos por caso) no pueda tener la certeza de si me van a alojar en el ala histórica del edificio o en el anexo construído en los año 80.

OFERTA GASTRONÓMICA:

En general -y con honrosas excepciones- la oferta gastronómica de los Paradores, que bien podría ser un referente de la cocina tradicional de la zona en la que se encuentran, deja bastante que desear. Al menos en relación calidad/precio. No conozco un solo restaurante de un parador que sea la referencia gastronómica en su localidad, por pequeña que ésta sea. Y eso resulta muy significativo. Es cierto que hay paradores concretos que hacen esfuerzos por estar al día, por perfilar una oferta atractiva (tengo referencias de Vilalba, de Plasencia, de Santiago de Compostela), pero son los menos. Y es cierto que muchos de ellos tienen a grandes profesionales en sus cocinas, por las que han pasado cocineros que luego, en etapas posteriores de su carrera, se han convertido en nombres de referencia.



No tengo demasiada experiencia directa con restaurantes de Paradores, aunque si alguna. Tengo una poco más revisando sus menús y jornadas gastronómicas. Y es cierto que en ocasiones hay esfuerzos importantes en ese sentido. Pero podría hablar de una comida en el parador de Monforte de Lemos hace algunos años, con entrante a compartir y un plato principal de arroz, sin postre y con agua como bebida, todo de calidad estandar, por unos 30€ (lo que nos sitúa, en una comida de entrante, principal, postre y vino cerca de los 50). ¿Está ese precio de acuerdo con la oferta local? ¿Con la calidad de lo ofrecido?.

O pienso en el precio medio de una cena en el Restaurante dos Reis (en el parador de Santiago de Compostela), por encima del precio medio de un restaurante más que aceptable en la ciudad. La ubicación es privilegiada, sin duda. Y la oferta no es mala, ni mucho menos. Pero metidos en determinada gama de precios, tiene uno a 300 metros restaurantes como Acio o Pedro Roca, por citar solo dos de los más próximos.

Podríamos hablar de jornadas gastronómicas en Monforte, de menús en Ciudad Rodrigo, en Gijón o en Carmona, de la carta de Benavente o de Tui... Y no se trata aquí de poner en tela de juicio el trabajo de los respectivos equipos de cocina, pero si de repensar los precios, de replantear la oferta.

CAFETERÍAS:

He parado mucho en cafeterías de Paradores. Cuando estás de paso sabes, poco más o menos, qué te vas a encontrar, así que suelen ser una opción más atractiva. Son siempre lugares limpios, por lo general bien atendidos y suman a todo eso su ubicación, así que al café le añades un paseo por el claustro o por el torreón. Pero son caros. En algunos casos absurdamente caros en relación con lo que hay cerca.  En los últimos tiempos he tomado algo en las cafeterías de Ronda o Jarandilla de la Vera. Otras, como la de Vilalba o Monforte, las he frecuentado bastante. Y todas, sin excepción, son caras. La de Santiago de Compostela, sin ir más lejos, es muy cara. ¿El café es mejor? No. ¿La tapa que te ponen con el refresco es más sabrosa? No. Muchas veces no ponen nada. ¿El servicio? Correcto. ¿Entonces, por qué estoy pagando un 40, un 50% más que en cualquier buena cafetería del pueblo? Porque estoy en Paradores. Sin más.

PRECIOS:

Esta es la pieza clave, desde mi punto de vista. A día de hoy el precio de una habitación estandar en un parador, sin ofertas, en régimen de solo alojamiento, oscila entre los 130 y los 176€. Con desayuno para dos personas la cosa se puede ir al rango de los 155-215€. 236 si hablamos del parador de San Marcos de León y 284 si es el Hostal dos Reis Católicos.

La cuestión es sencilla: visto todo lo anterior y vistos los alojamientos que se pueden conseguir en esas mismas localidades en ese rango de precios (o, dicho de otro modo, el precio de un hotel de categoría equivalente que no sea un parador) uno empieza a entender por qué Paradores no consigue captar nuevos clientes.

¿Se han adaptado los precios a la crisis, como ha ocurrido en tantas otras cadenas? La respuesta es un no rotundo. Tanto en alojamiento como en cafetería o restaurante. Otro elemento más para la ecuación.

Teniendo todo esto en cuenta no es complicado entender por qué las cuentas de Paradores no son óptimas (aunque por lo leído en prensa, algunos, incluído alguno de los que van a recortar plantilla, si que dan unos beneficios más que razonables). ¿Cuál es la solución? Bueno, llegados a este punto tal vez la solución no sea sencilla. Pero los problemas llevan ahí años, no son cosa de la crisis. Podían, seguramente, haberse atajado. Precios altos, oferta gastronómica y calidad del servicio mejorables, sobrepoblación (en Galicia, por ejemplo, hay 11 Paradores en activo y uno más en construcción. Está fuera de cualquier lógica). Tal vez no haber utilizado los Paradores como reclamo/incentivo (recuerdo cómo el gobierno de aquel momento vendió el futuro parador de Muxía, que lleva más de una década de retraso, como la panacea para la zona afectada por el vertido del Prestige)...

Pero ahora no tiene sentido quejarse. No hay que hablar de lo que se tendría que haber cambiado. Se trata de ver qué se puede mejorar ahora. ¿Es necesario recortar plantilla en un porcentaje tan alto? ¿Sería la privatización (que según algunos está en el horizonte próximo, tal como ocurrió en Portugal) la solución? No lo sé. Sinceramente. Las circunstancias económicas y del sector turístico no son buenas. Aunque también es cierto que el propio concepto de Paradores imposibilita una cuenta de resultados brillantes. En principio, por definición se sitúan en zonas en las que el turismo masivo  no abunda, así que no se les puede pedir lo mismo que si estuvieran en pleno Paseo de Gracia.  Pero tal vez ajustando los precios a la realidad, a la calidad del servicio, a la oferta de la zona, se avanzaría algo. Tal vez si en lugar de cobrar 150€ por dormir en Carmona en enero cobrases 90... Tal vez si la decoración se actualizara, si la oferta gastronómica fuera realmente atractiva y de un precio competitivo. Tal vez.

Porque, al fin y al cabo, no hablamos de cualquier hotel. Tienen unas peculiaridades (algunos) que dificultan su gestión. Pero, por otro lado, tienen una serie de ventajas incuestionables. Y, en cualquier caso, se trata de una empresa pública que ocupa, en la mayor parte de los casos, bienes públicos parte del catálogo monumental español. Y eso tiene que servir de algo. Ojalá Paradores, como marca, se recupere. No solo por lo que tiene que ver con su plantilla  -aunque esta sea una parte fundamental-. Lo digo, especialmente, por lo que tienen de historia del turismo en España, por lo que suponen en muchos casos para zonas en las que el turismo es un bien escaso y, sobre todo, porque creo que es un concepto que puesto al día tiene mucho que ofrecer.

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