El tiempo se ha portado razonablemente bien estas navidades. Ha habido días de esos de no poner un pié fuera de casa, pero estamos en el interior de la provincia de A Coruña, así que ese clima se da por supuesto a estas alturas del año. Por lo demás, ha habido bastantes oportunidades de aprovechar el día para darse una vuelta, hacer unas fotos y tomarse alguna tapa.
Gastronómicamente han sido unas navidades bastante hogareñas. Con tres niños instalados en casa a tiempo completo no hay muchas opciones para escaparse. Aun así, me quedo con el jarrete que cocine en Nochebuena con la receta de la ya desaparecida Casa Vilas (Santiago), acompañado de unos membrillos al horno; con las nécoras de Cabo de Cruz del día siguiente, con la carbonara de Anna en el taller de Betanzos o con su ossobuco. Con el chocolate de Óscar de Toro en el Venecia Frost o con las tapas de callos en O Padriño (Bastavales) o As Foxas (Cee). Y con el turrón de Jijona de Primitivo Rovira, que es realmente impresionante.
Por lo demás hubo tiempo para acercarse a la Torre de Hércules, para asomarse a Betanzos lo suficiente como para querer volver con más tiempo la próxima vez, para pasar por una dehesa helada entre Salamanca y Guijuelo, para acercarse al faro de Corcubión, a la playa de O Pindo o a la zona protegida de O Carreirón, en A Illa de Arousa; para recoger un par de setas inesperadas y volver a recolectar hierbas silvestres.
En apenas 48 horas salimos hacia el sur. La Bahía de Cádiz espera. A la vuelta todavía espero poder hacer alguna visita más, alguna foto, seguramente probar alguna cosa. Luego, en enero, el ritmo será otro. Seguirá habiendo viajes, escapadas fugaces y cosas para probar por toda España, pero de momento me limito a disfrutar del ritmo de estos días.
Gastronómicamente han sido unas navidades bastante hogareñas. Con tres niños instalados en casa a tiempo completo no hay muchas opciones para escaparse. Aun así, me quedo con el jarrete que cocine en Nochebuena con la receta de la ya desaparecida Casa Vilas (Santiago), acompañado de unos membrillos al horno; con las nécoras de Cabo de Cruz del día siguiente, con la carbonara de Anna en el taller de Betanzos o con su ossobuco. Con el chocolate de Óscar de Toro en el Venecia Frost o con las tapas de callos en O Padriño (Bastavales) o As Foxas (Cee). Y con el turrón de Jijona de Primitivo Rovira, que es realmente impresionante.
Por lo demás hubo tiempo para acercarse a la Torre de Hércules, para asomarse a Betanzos lo suficiente como para querer volver con más tiempo la próxima vez, para pasar por una dehesa helada entre Salamanca y Guijuelo, para acercarse al faro de Corcubión, a la playa de O Pindo o a la zona protegida de O Carreirón, en A Illa de Arousa; para recoger un par de setas inesperadas y volver a recolectar hierbas silvestres.
En apenas 48 horas salimos hacia el sur. La Bahía de Cádiz espera. A la vuelta todavía espero poder hacer alguna visita más, alguna foto, seguramente probar alguna cosa. Luego, en enero, el ritmo será otro. Seguirá habiendo viajes, escapadas fugaces y cosas para probar por toda España, pero de momento me limito a disfrutar del ritmo de estos días.